26 noviembre 2007

Un tiempo por perder


Apresurada se levanta la mañana
dirigidas son las miradas

las intenciones mal entendidas
y los sueños, escapan veloces, muy veloces…
Y ya tan solo se escucha;


¡No hay tiempo que perder!
¡Ni tiempo de mirar!
¡No hay vida que perder!

¡Sigue, sigue, sigue, ...!

Y entonces, en medio del estruendo, aparece la fuerza,
en ocasiones la brisa, a veces el golpe, otras el reflejo,
el instinto.., y se conmueve el alma, se revoluciona el cuerpo.
Mis pasos escapan del sendero asfaltado, se alza mi mirada,
más allá del horizonte señalado.


Y allí, allí aparece, y me mece suave, muy suave,
entre las nubes blancas y el intenso azul,
entre los rojos labios y el destello negro del mirar.
entre la inocencia de pies descalzos y la crueldad enloquecida,
entre el frío de las gélidas manos, entre el grito de la desesperanza
y el cobijo de la humanidad.


Y ahora, así sé, que las mañanas son perezosas y gloriosas.
Y sé, que las intenciones son indiscriminadas voluntades.
Y ahora sé, que los sueños, son escurridizos vientos dulces.
Y sé, que mi pena se merece un tiempo, un tiempo por perder.


(cc) Mario Tikvah