18 noviembre 2008
04 noviembre 2008
Descansan los disfraces
Cae la noche, intactos descansan los disfraces en la percha de nuestra existencia.
La honestidad desnuda, se arropa con los insomnes miedos, que cobardes e inocentes escondemos en lo cercano y profundo de nuestra soledad.
Las mullidas almohadas acogen el dulce y amargo sudor del respirar de nuestros sueños, que siempre el apresurado amanecer nos sobresalta y nos desvela, descosiendo los párpados sacrificadamente abiertos, revelando nuestro oscuro sol y nuestra maquillada conciencia de los días.
(cc) Mario Tikvah
La honestidad desnuda, se arropa con los insomnes miedos, que cobardes e inocentes escondemos en lo cercano y profundo de nuestra soledad.
Las mullidas almohadas acogen el dulce y amargo sudor del respirar de nuestros sueños, que siempre el apresurado amanecer nos sobresalta y nos desvela, descosiendo los párpados sacrificadamente abiertos, revelando nuestro oscuro sol y nuestra maquillada conciencia de los días.
(cc) Mario Tikvah
Si pudiera volar
Si pudiera volar, no quisiera volar equilibradamente, no seguiría ningún rumbo, quizá tampoco me posaría en ningún árbol, ni siquiera agitaría mis alas.
Si pudiera volar, bebería de la lluvia, me mojaría con la lluvia, me secaría con el aire, si pudiera volar, me enredaría entre las nubes, me calentaría con el sol, y me alimentaría del viento.
Que de este corazón nacieran dos hermosas alas, que de esta pasión naciera mi viento, y de todo este amor, mi nido, para poder llevarte, para poder llevaros.
Elevarme alto, muy alto al cielo más profundo, hasta quemarme con los rayos del sol, y caer, caer, caer precipitadamente en el inmenso mar, donde se sumerge mi vida, donde se empaparon mis alas, donde naufraga mi nido.
La manera más bella de volar, la manera más bella de vivir.
Si pudiera volar, bebería de la lluvia, me mojaría con la lluvia, me secaría con el aire, si pudiera volar, me enredaría entre las nubes, me calentaría con el sol, y me alimentaría del viento.
Que de este corazón nacieran dos hermosas alas, que de esta pasión naciera mi viento, y de todo este amor, mi nido, para poder llevarte, para poder llevaros.
Elevarme alto, muy alto al cielo más profundo, hasta quemarme con los rayos del sol, y caer, caer, caer precipitadamente en el inmenso mar, donde se sumerge mi vida, donde se empaparon mis alas, donde naufraga mi nido.
La manera más bella de volar, la manera más bella de vivir.
(CC) Mario Tikvah
04 octubre 2008
¡Adios, fantasía mía!
¡Adiós, Fantasía mía!¡Adiós, querida compañera, amor mío!Me voy, no sé adóndeni hacia qué azares, ni sé si te volveré a ver jamás.¡Adiós, pues, Fantasía mía!Déjame mirar atrás por última vez.Siento en mí el leve y menguante tic tac del reloj.Muerte, noche, y pronto se detendrá el latir de mi corazón.Durante mucho tiempo hemos vivido, gozado, y acariciado juntos, en deliquio.Ahora hemos de separarnos. ¡Adiós, Fantasía mía!Pero no nos apresuremos.Largo tiempo, ciertamente, hemos vivido, dormido, nos hemos mezclado el uno con el otro.Si morimos, pues, moriremos juntos (sí, continuaremos siendo uno),si vamos a algún sitio, iremos juntos a afrontar lo que ocurra:quizás seremos más libres y alegres, y aprenderemos algo,quizás me estés ya guiando hacia las verdaderas canciones, (¿quién lo sabe?),quizás eres tú el mortal pomo de la puerta que deshace, gira...Finalmente, pues, te digo: ADIÓS! ¡SALUD, FANTASÍA MÍA
Walt Whitman
Algún lugar del sur de Marruecos (cc) Mario Tikvah
Walt Whitman
Algún lugar del sur de Marruecos (cc) Mario Tikvah
El eterno vacío en blanco
La palabra del poeta es el último suspiro, el último abrazo, es la amarga despedida.
La coexistencia del primer amanecer, de la larga y dulce noche y de todos los colores del día.
Es la enredada batalla por llenar de sentido, el eterno y blanco vacío.
Es la ausencia de la que nacemos, la nostalgia de lo que nunca tuvimos, es la búsqueda de lo que nunca entendimos.
De esta manera arde la pasión del poeta, así se estremecen y se airean sus miedos, en esos mares se ahoga y en esas palabras se salva.
(CC) Mario Tikvah
Hay
El sueño de la palabra
Se quedó suave y dulcemente dormida, con el libro abierto entre su pecho.
Las palabras descansaron en el vaivén de su profundo respirar,
Nunca pensaron estas poder formar parte de un sueño;
El destino soñado de toda palabra.
(cc) Mario Tikvah
Las palabras descansaron en el vaivén de su profundo respirar,
Nunca pensaron estas poder formar parte de un sueño;
El destino soñado de toda palabra.
(cc) Mario Tikvah
Abraza mi existencia
Abraza mis rarezas, mis descomunales ausencias,
mis desviadas miradas, mi cúmulo de desatenciones,
porque voy veloz y lento en el vehículo que abandonó mis palabras,
que abandonó mi cordura y mi razón; para viajar más allá del fino velo que cubre nuestra alma, donde se encuentran los universos
que cimientan nuestra existencia.
(cc) Mario Tikvah
mis desviadas miradas, mi cúmulo de desatenciones,
porque voy veloz y lento en el vehículo que abandonó mis palabras,
que abandonó mi cordura y mi razón; para viajar más allá del fino velo que cubre nuestra alma, donde se encuentran los universos
que cimientan nuestra existencia.
(cc) Mario Tikvah
El viento y la tela
Era en un comienzo de tarde, en medio del verano, estaba sentado en la galería de aquella enorme casa de principios de siglo. La luz era dorada por el filtro de las cortinas sepias, mágicamente se colaba una fresca brisa marina, que hacía bailar las cortinas y conquistaban con su baile el centro del pasillo. Y allí dos testigos, sentados en paralelo, en dos sillones de esos orejeros, él de ojos gastados, de pocas palabras, de piel arrugadita, a su lado; un joven de ojos abiertos y postura inquieta. Uno, cerraba sus ojos siempre cansados, otro, contemplaba el baile del viento y la tela y miraba al ancianito, que parecía con esa tranquilidad ser el motor que hacía jugar el momento. Y el instante los llenó de paz y los acompañó un tiempo pasajero pero sin minutos, sus soledades se agarraron de las manos, la tregua del cálido verano refresco sus sentidos, sus frescas emociones y la memoria de quien hoy escribe. Una memoria que dejó un huequito al recuerdo de un encuentro.
(cc) Mario Tikvah
15 septiembre 2008
A veces
A veces llueve, y te quiero.
A veces sale el sol, y te quiero.
La cárcel es a veces.
Siempre te quiero.
Poemita recuperado por Eduardo Galeano
07 septiembre 2008
25 marzo 2008
La noche parturienta
05 marzo 2008
La cúspide
" Hay un éxtasis que señala la cúspide de la vida, más allá de la cual la vida no puede elevarse. Pero la paradoja de la vida es tal que ese éxtasis se presenta cuando uno está vivo, y se presenta como un olvido total de que se está vivo. Ese éxtasis, ese olvido de la existencia, alcanza al artista, convirtiéndolo en una llama de pasión. Alcanza al soldado, que en el ardor de la batalla ni pide ni da tregua, y alcanzó a Buck que corría al frente de la jauría lanzando el atávico grito de los lobos y pugnando por atrapar la presa que huía a la luz de la luna. Estaba surcando los abismos de su especie y de las generaciones más remotas, estaba retornando al seno del Tiempo. Estaba dominado por el puro éxtasis de la vida, por la oleada de la existencia, por el goce perfecto de cada músculo, de cada articulación, de cada nervio, y todo era alborozo y delirio, expresión en sí misma del movimiento que lo hacía correr triunfante bajo la luz de las estrellas y sobre la materia inerte y helada. "
Jack London
Jack London
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