Cae la noche, intactos descansan los disfraces en la percha de nuestra existencia.
La honestidad desnuda, se arropa con los insomnes miedos, que cobardes e inocentes escondemos en lo cercano y profundo de nuestra soledad.
Las mullidas almohadas acogen el dulce y amargo sudor del respirar de nuestros sueños, que siempre el apresurado amanecer nos sobresalta y nos desvela, descosiendo los párpados sacrificadamente abiertos, revelando nuestro oscuro sol y nuestra maquillada conciencia de los días.
(cc) Mario Tikvah
04 noviembre 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario